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sábado, 1 de agosto de 2009

¿COMO VENCER EL MIEDO A LOS AVIONES?

Temor a volar
05.07.2009 | Se estima que entre un 10 y un 40% de las personas padecen algún grado de malestar, inquietud o temor acentuado a viajar en avión. Un especialista en psicología aeronáutica explicó a La Prensa cuáles son los factores que pueden desencadenar esta clase de fobia y qué se puede hacer al respecto.
Por Agustina Sucri

El miedo a volar puede adoptar distintas intensidades: puede representar una molestia leve o ser una gravísima angustia que impida subirse a un avión. "Entre ambos polos tenemos muchos grados de afección", indicó en diálogo con La Prensa el piloto privado y psicoterapeuta Modesto Alonso, quien además es profesor de Psicología Aeronáutica en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en el Instituto Nacional de Medicina Aeronáutica y Espacial.

"Hay quien puede tener una cierta ansiedad ante el vuelo, un temor pronunciado o puede haber desarrollado una fobia", detalló Alonso, para luego agregar: "Hay quien puede volar con inquietud, con mucha angustia, o no poder subir al avión; y esto le puede pasar a un pasajero, un tripulante de cabina o un piloto".

Según señaló el experto, si una persona nunca vio ni viajó en avión, es normal que sienta cierto nivel de inquietud. El problema surge cuando la ansiedad adquiere las características de intensas reacciones fóbicas o situaciones graves de pánico. En ese sentido, Alonso comentó que hay distintas emociones vinculadas con la ansiedad:

* Angustia: es un estado particular, difuso, de sensación de peligro interno, con malestar y displacer, sin motivo aparente, frecuentemente acompañada por disturbios somáticos. Su génesis es inconsciente y no responde a una causa externa. En niveles mínimos, se considera normal, adaptativa. Existen diferentes grados de angustia, desde cierto malestar social corriente, que puede intensificarse en ciertas situaciones, hasta la angustia patológica, crítica o crónica, que responde a motivaciones de origen interno y que puede llegar hasta el estupor o el pánico. La angustia está presente en los cuadros fóbicos, la depresión ansiosa, las obsesiones, las compulsiones y los trastornos psicosomáticos.

* Ansiedad: componentes subjetivos de la emoción ante incertidumbre o expectativas negativas de algo por venir. La ansiedad se acompaña de distintas reacciones viscerales (disnea, nudo en el estómago, cólicos intestinales, premura vesical, opresión precordial, palpitaciones, taquicardia) y motoras (tensión, inquietud, inhibición o agitación).

* Temor: inquietud ante algún peligro externo.

* Miedo: temor intenso ante un peligro definido, externo, frecuentemente con agitación. En el miedo existe una amenaza externa, un peligro definido, en tanto que en la angustia el peligro es desconocido. Pero la angustia puede transformarse en miedo como mecanismo defensivo, pues el peligro objetivo es menos temible. El miedo es una variante del temor, más intensa, frecuentemente con signos de agitación.

* Fobia: reacción de miedo muy intensa desproporcionada al estímulo que genera la reacción. Genera defensas de evitación y de reaseguramiento, es decir, la tendencia inmediata es a huir, a evitar el estímulo ansiógeno. Las fobias pueden ser aprendidas como consecuencia de experiencias traumáticas directas o por la observación de tales experiencias en terceras personas. Además, se vinculan a diferentes situaciones, la mayoría bastante típicas: agorafobia, claustrofobia, fobias a medios de transportes, fobias vinculadas a objetos, fobias de impulsión, eritrofobia, nosofobia, entre otras.

* Pánico: cuando el miedo es intenso, inesperado y sobrecogedor, acompañado de intentos desesperados por encontrar ayuda y protección, hablamos de pánico que se acompaña de sensaciones somáticas de angustia intensas (crisis de angustia), estado de agitación, descontrol, incapacidad de razonar, vivencias de locura o de muerte inminente.

"Dentro de la clasificación de enfermedades mentales (DSM IV), vamos a encontrar el temor a volar como fobia específica", precisó el especialista, al tiempo que aseveró: "Los factores etiológicos (origen), de la enfermedad pueden ser múltiples".

Al respecto, Alonso mencionó algunos de estos factores capaces de contribuir a que se adquiera el temor a volar: "El miedo puede estar vinculado con experiencias vitales, tales como turbulencias intensas, incidentes o accidentes; también puede responder a la atribución de un significado peligroso al vuelo por coincidencia temporal con situaciones vitales críticas; por otra parte, puede originarse en la construcción de creencias erróneas acerca del vuelo y los aviones; o en ciertas características personales predisponentes, tales como algún tipo de trastorno de ansiedad o hipersensibilidad neurovegetativa, entre otras".

ESTRES

El miedo o fobia a viajar en avión puede ser el resultado de un estrés post traumático. "Por ejemplo, cuando alguien viaja y tiene una turbulencia grave, el avión está dos horas sacudiéndose, y la persona estuvo esas dos horas temiendo morir. Eso fue traumático, aunque no todos los que viajaban en ese avión sufrieron estrés traumático -que luego se transforma en post traumático- ni todos sufrieron grave angustia de muerte", puntualizó el profesor de la UBA y del Instituto Nacional de Medicina Aeronáutica y Espacial.

A través del estudio de numerosos casos de fobia a volar, Alonso advirtió que "lo más común es que haya alguna experiencia traumática de vuelo, no porque haya sido grave -por incidente o accidente-, sino por cómo fue vivida".

"Si una persona fue a visitar a un familiar enfermo y, al volver -pensando que quizás nunca más volvería a verlo-, hubo turbulencia, la gravedad de la angustia que sintió -primero por los factores personales y familiares y luego por la turbulencia-, hicieron que generara esa angustia", ejemplificó Alonso.

Para sintetizar el concepto sobre las posibles causas de la fobia a volar, el experto añadió: "Hay factores genéticos, situacionales, de estructura de personalidad previa, de modo de abordaje de los estresores, de reacción emocional hacia una situación de amenaza y de capacidad de imponerse sobre sus fantasías; de toda esa constelación -que a veces se le llaman series complementarias o ecuaciones etiológicas- surgirá que una persona pueda tener un trastorno y otra no".

En ocasiones, "el temor a volar es aparentemente el único síntoma o problema en una persona y, a veces, puede llegar a ser el menos grave de todos los síntomas que tiene dentro de una enfermedad mucho más grave", remarcó Alonso.

OTROS MIEDOS

Asimismo, el piloto recordó que el miedo a volar encierra diversos componentes, es decir que suele coexistir con otros miedos: al encierro, a las alturas, al movimiento, al vértigo, a la falta de control de la situación, a las sensaciones corporales, a descomponerse, a hacer el ridículo, a enloquecer, y a morir. "Obviamente, está el miedo a morir, pero hay muchos otros componentes, como ser el miedo al encierro o el miedo al no control, ya que hay gente tan acostumbrada a controlar y a dirigir, que sentarse en un avión, confiar en otros y atarse al asiento, le parece aterrorizador. Después están los que tienen claustrofobia, que se le dispara en el avión, sobre todo cuando se cierra la puerta", ilustró.

Otro aspecto que varía entre quienes sufren fobia a volar es el momento en el que aparece el miedo. "Cada uno tiene ubicado el miedo en forma distinta -expresó Alonso-; hay gente que se aterroriza cuando el avión está volando, otros en el momento de levantar vuelo -porque piensan que no va a levantar y se van a estrellar- y otros que piensan que se van a estrellar cuando aterrizan; a algunos los calma ir en la ventanilla, a otros ir en el pasillo; es muy personal porque tiene que ver con la constelación y con la historia de su miedo".

QUE HACER

Al ser preguntado sobre la posibilidad de curar la fobia a viajar en avión, Alonso aseguró que existen tratamientos específicos que permiten revertir este tipo de miedo. "De acuerdo a la gravedad, al planteo del paciente, y al tiempo del que disponga -ya que a veces la persona tiene que viajar próximamente-, el tratamiento se encara como una terapia o como un entrenamiento, que si bien es terapéutico no está planteado como una terapia", aclaró.

En tanto, el especialista hizo hincapié en que "algunas personas no tienen fobia al vuelo sino necesidad de información" y que el tratamiento puede ser individual o grupal.

Según detalló Alonso, en todos los casos, el primer paso consiste en comprender la situación del paciente, y así hacer un diagnóstico. Para ello, "se lo entrevista y tomamos algunas escalas y algunos tests, también solicitamos antecedentes médicos por si es necesario indicarle que vaya a visitar a su médico", manifestó.

A partir del diagnóstico, el paciente recibirá información aeronáutica, "se le explica todo -dijo Alonso- y se responden sus dudas ¿se rompe un avión en la tormenta?, ¿el rayo lo puede hacer caer?, ¿en la turbulencia?, ¿y si se rompe un motor?, ¿y si se incendia un motor?, ¿y si se muere un piloto?... les explico todo, hasta la meteorología, para que sepan cómo funcionan las nubes, las tormentas, etcétera".

"En paralelo, se les enseña técnicas de relajación, técnicas de afrontamiento del estrés; a lo largo de las entrevistas también usamos simuladores de vuelo y, en caso de que sea necesario, recomendamos la consulta a su médico para la administración del ansiolítico que le permita abordar la situación con menos ansiedad -porque también la angustia se aprende- la idea es que pueda ayudarse con psicofármacos cuando sea necesario", prosiguió.

Respecto al tipo de psicofármacos que pueden llegar a ser necesarios para complementar el tratamiento de la fobia a volar, el piloto y psicoterapeuta reveló que, en general, se usan ansiolíticos. "En algunos lugares pueden usar un betabloqueante, que evita la reacción excesiva de angustia y los componentes físicos de la angustia; en otros lugares pueden usar unos antidepresivos modernos que también tienen un efecto ansiolítico. El psicofármaco apunta a disminuir el grado exagerado de alerta ante la situación", subrayó.

El último paso del tratamiento consiste en realizar un viaje grupal en avión. "Por ejemplo, planificamos un vuelo a Montevideo -que tiene los ingredientes de un vuelo internacional, pero es breve-, y los que integramos el equipo vemos las reacciones, acompañamos, consolamos y cuidamos; estudiamos las reacciones al llegar allá, esperamos el vuelo de vuelta y al regreso aplicamos nuevamente las técnicas", resumió Alonso.

Para concluir, el experto insistió en que aunque -como sucede en la épica de las cuestiones de salud-, no se pueden garantizar resultados, el tema tiene solución y ocuparse es la instancia clave.

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